En julio hará tres años que vivo con la leucemia, con algunos intervalos de libertad, meses en los que parecía que estaba curado para siempre, y meses de quimioterapia, tratamientos, debilidad y estancias en el hospital. El trasplante de células madre en el verano del 22, recuperarse para volver a recaer. Retrasar el deseado regreso a España. Perderme los primeros años de mi sobrina.
Algo que a menudo te dicen es que “vas a ganar esta batalla”, “eres un luchador”. No es la descripción adecuada. La leucemia es parte de mí, y quiero de deje de serlo, pero yo no estoy en guerra con nadie. Si a algo aspiro es a estar en paz, conmigo, como no he logrado estarlo en toda mi vida, y con todo. Ser feliz, no cuando me cure, sino ahora mismo, disfrutar de la vida, pero sin aferrarse a ella.
Y el día que me cure, estos años los recordaré como años de aprendizaje y evolución. Como algo positivo que tenía que sucederme.